El pequeño código que lo cambió todo

En los años 80, los comercios tenían que etiquetar cada producto con su precio, uno a uno. Se hacía a mano.

El pequeño código que lo cambió todo

En los años 80, los comercios tenían que etiquetar cada producto con su precio, uno a uno. Se hacía a mano, y si cambiaba el precio había que repetir la operación.

El control de las ventas, a través de las máquinas registradoras, y el inventario de forma periódica. Contar, apuntar y después cuadrar todo.

Bueno, esto lo hacían las tiendas grandes, en las que había variedad y cantidad de productos. Las pequeñas solían trabajar de otra forma más sencilla, con menos stock y conociendo los precios de los productos que tenían expuestos. Al fin y al cabo su clientela solía ser local, y el concepto era distinto: negocios familiares, trato más personal, etc

Imagina la cantidad de tiempo que hace falta para recorrer una tienda de gran tamaño o un supermercado grande, pistolita en mano, disparando a cada artículo de cada estantería.

No sólo lo aburrido que pueda resultar.

Se trata de horas, es decir, dinero. Cualquiera que lleve más de una semana dirigiendo un negocio sabe que la mano de obra no es barata, y que hay que emplearla bien.

Entonces apareció un invento

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En realidad ya existía, lo que ocurrió es que los interesados consiguieron llegar a acuerdos para que los fabricantes de productos de alimentación empezaran a incluir este sencillo código en el etiquetado de sus productos.

Por supuesto, la cosa no es tan simple como imprimir unas líneas verticales en las etiquetas. El sistema completo incluía lectores láser y un programa informático.

Volvemos a hablar de dinero. Pensemos que en esos momentos se trataba de una inversión considerable. ¿Merecía la pena?

Para los grandes comercios si. Más agilidad a la hora de pagar que acortaba las colas en las cajas, control del inventario en tiempo real, reducir los robos del personal propio y cambiar los precios sin volver a etiquetar, por mencionar las mayores ventajas.

Los pequeños no tenían esos problemas y tampoco podían asumir el coste del sistema, así que en general aplicaron el conocido y peligroso mantra:

“hasta ahora nos ha ido bien, no lo necesitamos”

Error

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Porque el cambio ya se había puesto en marcha, y como hemos visto más de una vez en las historias que contamos aquí, no tenía vuelta atrás.

Lo curioso del caso es que algunos vieron aquí una oportunidad y se dieron cuenta de que haciendo una inversión podían crecer sin tener que aumentar su plantilla de forma desproporcionada, y gracias a una mayor productividad y control tenían la posibilidad de expandir su negocio. Bien visto

Por supuesto, los grandes se expandieron y poco a poco los hábitos de consumo y las expectativas de los consumidores evolucionaron. Pero basta de lecciones de historia.

Tu dirás: que entretenido, pero ¿aquí no se hablaba de construcción?

Pues sí.

Podía hablar de la posibilidad de que los códigos de barra y sus primos los códigos QR podrían tener un papel en nuestro negocio, teniendo en cuenta que la industrialización está llamando con fuerza a la puerta. Podría recordarte que la tecnología para implementar un sistema así es ridículamente accesible hoy, ya que tu móvil puede leer estos códigos y conectarse a una plataforma en la nube… pero esto ya lo sabes o te lo imaginas.

Pero vayamos al concepto básico:

cuando aparece una mejora en un sector, son las empresas con recursos las que pueden beneficiarse en primer lugar, aumentando su ventaja sobre las pequeñas.

Recuerda al tendero de la esquina, junto a tu casa. Ahora hay un Mercadona en la calle de al lado.

La construcción sigue siendo un negocio local para muchas, muchísimas empresas que trabajan como subcontratas en las obras que tienen cerca de su oficina o su almacén. Algunas tienen capacidad para trabajar en un área mayor o incluso tienen delegaciones por toda su comunidad o todo el país.

Pero lo sostenible es que en cada lugar, las constructoras puedan trabajar con las empresas locales, aumentando su productividad y la eficiencia del sistema. Y en este caso es una solución para todos.

¿Qué tal una app para localizarlas con un par de clicks?

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